Introducción y I. Capitalismo
Una de las características que mejor definen al hombre es
su indefinición, la proverbial plasticidad del ser humano.
En 1486 el renacentista Giovanni Pico della Mirandola
sostenía que el hombre se revelaba súbitamente como una criatura milagrosa, cuya
naturaleza contenía todos los elementos capaces de convertirlo en su propio
arquitecto y aunque por entonces semejante sentencia constituía una gravísima
herejía contribuyó a inaugurar una era que hoy está llegando a su fin: la del
Hombre, es decir que claramente se plantea el ocaso de la época del hombre.
El hombre se ha configurado de las maneras más diversas a
través de las historias y de las geografías (plástico, modelable, inacabado,
versátil), pero han sido las sociedades basadas en la economía capitalista las
que inventaron la gama más amplia de técnicas para modelar cuerpos y
subjetividades.
En la actual “sociedad de la información, la fusión
hombre-técnica parece profundizarse y ciertas áreas del saber constituyen
piezas clave de esa transición, tales como la teleinformática y las nuevas
ciencias de la vida, que aunque diferentes poseen una base y una ambición común
que es la digitalización universal que signa nuestra era.
El cuerpo humano se estaría se estaría volviendo obsoleto
y surge el deseo de lograr una total compatibilidad con el tecnocosmos digital
mediante la actualización tecnológica constante y permanente.
Las propuestas de planificación de la especie humana
sugieren que estaríamos ingresando en una nueva era comandado por le EVOLUCIÓN
POSTHUMANA O POSTEVOLUCIÓN, que superaría en velocidad y eficiencia los lentos
ritmos de la vieja EVOLUCIÓN NATURAL, es decir el ser humano, la naturaleza, la
vida y la muerte (hasta ahora solo vistos en las películas de ciencia ficción).
Nos encontramos ante la decadencia de la SOCIEDAD
INDUSTRIAL dado por cuerpos disciplinados, dóciles y útiles y figuras como las
del autómata, el robot y el hombre-máquina y la proliferación de otros modos de
ser, alejados de la lógica mecánica a insertos en el nuevo régimen digital,
cuerpos contemporáneos que se presentan como sistemas de procesamiento de
datos, códigos, perfiles cifrados, bancos de información.
En la ERA DIGITAL el cuerpo humano se vuelve permeable, proyectable y
programable.
Respecto al capitalismo, plantea
que el mismo nació “industrial” y los principales emblemas de la Revolución
Industrial son mecánicos (la locomotora, la máquina de vapor) propicias para el
desarrollo de la producción, pero ninguna tan emblemática como el reloj, un
aparato sencillo y preciso cuya única función consiste en marcar en forma
mecánica el paso del tiempo y simboliza como ningún otro las transformaciones
ocurridas en la sociedad occidental en su ardua transición hacia el
industrialismo.
En las últimas décadas se
desencadenó un proceso vertiginoso que ha llegado a nuestros días: la
transición de aquel régimen industrial hacia un nuevo tipo de capitalismo
globalizado y postindustrial que lleva a una abstracción y virtualización de
los valores.
A ello se suma la
utilización del dólar como principal medio de comercio internacional y la
separación de las esferas productivas y financieras, se diseminaron diversas
tecnologías basadas en medios digitales (tarjetas de débito y crédito, cajeros
electrónicos, transferencias automáticas y la informatización general del
sistema financiero), la evolución a la moneda electrónica.
Pero no solo es el dinero
lo que se está volviendo obsoleto, en una economía en la cual los cambios son
la única constante “tener, guardas y acumular” pierden su antiguo sentido y lo
importante se acceder a servicios que se renuevan en forma constante.
Proliferan las contraseñas, las tarjetas magnéticas, cifras y códigos que
permiten acceder a diversos servicios ofrecidos por el capitalismo de la
propiedad volatilizada.
Las transformaciones se
propagan aceleradamente y el capitalismo de fortalece. Como sostienen Michael
Hardt y Antonio Negri “podría decirse que en este paso de la sociedad
disciplinaria a la sociedad de control, se logra establecer plenamente la
relación cada vez más intensa de implicación mutua de todas las fuerzas
sociales, objetivo que el capitalismo había perseguido a lo largo de todo su
desarrollo”.
En este marco la tecnología adquiere fundamental importancia, pasando de las
viejas leyes mecánicas y analógicas a los nuevos órdenes informáticos y
digitales.
La economía
global recibo un fuerte impulso de las computadoras, la telefonía móvil, las
redes de comunicación, los satélites y todos los gadgets teleinformáticos que
contribuyen a la producción de cuerpos y subjetividades del siglo XXI.
En la sociedad contemporánea, caracterizada por cambios rápidos y constantes,
imperan ciertas técnicas de poder cada vez menos evidentes, pero más sutiles y
eficaces que permiten ejercer un control total de los espacios abiertos, nada
más ni nada menos que las ”sociedades de control”, concepto creado con Deleuze
para designar un nuevo tipo de formación social.
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