miércoles, 20 de marzo de 2013

SIBILIA PAULA "El Hombre Postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales"

Introducción y I. Capitalismo

Una de las características que mejor definen al hombre es su indefinición, la proverbial plasticidad del ser humano. 
En 1486 el renacentista Giovanni Pico della Mirandola sostenía que el hombre se revelaba súbitamente como una criatura milagrosa, cuya naturaleza contenía todos los elementos capaces de convertirlo en su propio arquitecto y aunque por entonces semejante sentencia constituía una gravísima herejía contribuyó a inaugurar una era que hoy está llegando a su fin: la del Hombre, es decir que claramente se plantea el ocaso de la época del hombre. 
El hombre se ha configurado de las maneras más diversas a través de las historias y de las geografías (plástico, modelable, inacabado, versátil), pero han sido las sociedades basadas en la economía capitalista las que inventaron la gama más amplia de técnicas para modelar cuerpos y subjetividades.
En la actual “sociedad de la información, la fusión hombre-técnica parece profundizarse y ciertas áreas del saber constituyen piezas clave de esa transición, tales como la teleinformática y las nuevas ciencias de la vida, que aunque diferentes poseen una base y una ambición común que es la digitalización universal que signa nuestra era. 
El cuerpo humano se estaría se estaría volviendo obsoleto y surge el deseo de lograr una total compatibilidad con el tecnocosmos digital mediante la actualización tecnológica constante y permanente.
Las propuestas de planificación de la especie humana sugieren que estaríamos ingresando en una nueva era comandado por le EVOLUCIÓN POSTHUMANA O POSTEVOLUCIÓN, que superaría en velocidad y eficiencia los lentos ritmos de la vieja EVOLUCIÓN NATURAL, es decir el ser humano, la naturaleza, la vida y la muerte (hasta ahora solo vistos en las películas de ciencia ficción).
Nos encontramos ante la decadencia de la SOCIEDAD INDUSTRIAL dado por cuerpos disciplinados, dóciles y útiles y figuras como las del autómata, el robot y el hombre-máquina y la proliferación de otros modos de ser, alejados de la lógica mecánica a insertos en el nuevo régimen digital, cuerpos contemporáneos que se presentan como sistemas de procesamiento de datos, códigos, perfiles cifrados, bancos de información. 
En la ERA DIGITAL el cuerpo humano se vuelve permeable, proyectable y programable. 
Respecto al capitalismo, plantea que el mismo nació “industrial” y los principales emblemas de la Revolución Industrial son mecánicos (la locomotora, la máquina de vapor) propicias para el desarrollo de la producción, pero ninguna tan emblemática como el reloj, un aparato sencillo y preciso cuya única función consiste en marcar en forma mecánica el paso del tiempo y simboliza como ningún otro las transformaciones ocurridas en la sociedad occidental en su ardua transición hacia el industrialismo.
En las últimas décadas se desencadenó un proceso vertiginoso que ha llegado a nuestros días: la transición de aquel régimen industrial hacia un nuevo tipo de capitalismo globalizado y postindustrial que lleva a una abstracción y virtualización de los valores. 
A ello se suma la utilización del dólar como principal medio de comercio internacional y la separación de las esferas productivas y financieras, se diseminaron diversas tecnologías basadas en medios digitales (tarjetas de débito y crédito, cajeros electrónicos, transferencias automáticas y la informatización general del sistema financiero), la evolución a la moneda electrónica. 
Pero no solo es el dinero lo que se está volviendo obsoleto, en una economía en la cual los cambios son la única constante “tener, guardas y acumular” pierden su antiguo sentido y lo importante se acceder a servicios que se renuevan en forma constante.
Proliferan las contraseñas, las tarjetas magnéticas, cifras y códigos que permiten acceder a diversos servicios ofrecidos por el capitalismo de la propiedad volatilizada.
Las transformaciones se propagan aceleradamente y el capitalismo de fortalece. Como sostienen Michael Hardt y Antonio Negri “podría decirse que en este paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control, se logra establecer plenamente la relación cada vez más intensa de implicación mutua de todas las fuerzas sociales, objetivo que el capitalismo había perseguido a lo largo de todo su desarrollo”.
En este marco la tecnología adquiere fundamental importancia, pasando de las viejas leyes mecánicas y analógicas a los nuevos órdenes informáticos y digitales.
La economía global recibo un fuerte impulso de las computadoras, la telefonía móvil, las redes de comunicación, los satélites y todos los gadgets teleinformáticos que contribuyen a la producción de cuerpos y subjetividades del siglo XXI.
En la sociedad contemporánea, caracterizada por cambios rápidos y constantes, imperan ciertas técnicas de poder cada vez menos evidentes, pero más sutiles y eficaces que permiten ejercer un control total de los espacios abiertos, nada más ni nada menos que las ”sociedades de control”, concepto creado con Deleuze para designar un nuevo tipo de formación social.

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