miércoles, 3 de abril de 2013

El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales

SER HUMANO
 
LA DIGITALIACION DE LA VIDA
Durante muchos siglos reinó en la tradición occidental una distinción entre: lo natural y lo artificial, dos mundos distintos, antagónicos.  Es decir el ser que es principio de su propio movimiento y por otro las operaciones humanas para utilizar, imitar y ampliar el alcance de lo natural.
Ahora la frontera que separaba lo natural de lo artificial se está disipando, la vida se está digitalizando, se está engendrando de la mano de las transformaciones de los últimos tiempos al hombre postorgánico.
 MITOS DE LA TECNOCIENCIA I-ASCENSO Y CAIDA DEL HOMBRE MAQUINA
La natural tiende a desaparecer y es reemplazado por lo artificial. El texto señala puntualmente “lo orgánico desapareció”, surgen las máquinas poniendo en marcha en largo y decidido proceso de mecanización del mundo.
Descartes definió al hombre como una mezcla de dos sustancias completamente diferentes pero separadas: por un lado el CUERPO-MAQUINA, es decir un objeto natural que podía y debía examinarse con el método científico y por otro la MISTERIOSA MENTE HUMANA, un alma pensante cuyos orígenes sólo podían ser divinos.
Para la floreciente ciencia de la época, Dios era una especie de ingeniero que había creado una máquina completa y exuberante: la naturaleza. Todos los fenómenos químicos y biológicos podían reducirse a la lógica mecánica, el mundo era regido por leyes que los hombres debían descubrir, enunciar, comprobar y utilizar en su provecho.
En cuanto al hombre si bien era considerado un sujeto privilegiado de tales saberes también era una pieza más en ese universos mecánico; una pequeña máquina casi perfecta.
Hicieron su aparición los primeros anatomistas y el CUERPO-MAQUINA tuvo que convertirse en un cadáver para ser observado por la medicina porque solo un cuerpo humano desprovistos de fuerzas vitales podía ser abierto, auscultado y husmeado por los científicos.
Así lo expresaba el pensador alemán Hans Jonas en su trato sobre biología filosófica “es la existencia de la vida en un universo mecánico lo que exige explicación, y esa explicación se proporciona con conceptos tomados de lo carente de vida”.
A lo largo del texto se hace mención a lo escrito por varios autores con respecto a los avances genéticos y al hombre desafiando los límites humanos mediante la ciencia y la tecnología.
 
MITOS DE LA TECNOCIENC IA II.EL CODIGO DE LA VIDA
En la década de 1930 se inauguró la exploración de la vida en escala atómica, surgieron nuevas áreas de conocimiento, desde la electrónica hasta la biología molecular.
La física clásica es dejada de lago y surge otro tipo de física, en 1953 el mundo asistió a un descubrimiento fundamental: la estructura de la molécula de ADN, el texto bioquímico que codifica las especificaciones para la génesis de cada individuo y luego comprendieron cómo esa información genética se almacenaba en los tejidos orgánicos y cómo se transfería de una generación a otra.
En tanto en 1973, se conoce otro descubrimiento fundamental, la técnica que se conoce como ADN recombinante que permite alterar el programa genético de un organismo, manipulando su información vital para obtener diversos resultados.
Los avances tecnológicos comenzaron a ser notorios, actualmente los chips de ADN son fabricados por empresas como Motorola, Hitachi y Affymdetric aleando vidrio y silicio a miles de fragmentos de material genético humano, dispositivos que se usan para diagnosticar enfermedades como la diabetes y el cáncer.
La tecnología adquiere una importancia fundamental que dentro de poco tiempo como lo anuncia un libro de divulgación popular  sobre  genética toda una secuencia de ADN será tan fácil de leer como el código de barras en los productos de los supermercados.
Estos dispositivos pronto podrían permitir detectar tumores u otros problemas de salud antes que los síntomas aparezcan o antes de que surjan otras enfermedades con sólo leer las instrucciones inscriptas en el código del paciente.
 
TENDENCIAS NEOGNOSTICAS: EL MATERIALISMO SE DISUELVE EN LA LUZ
Las instrucciones contenidas en los genomas de las diversas especies, incluida la humana se descifran en los laboratorios de todo el mundo mediante equipamientos específicos denominados secuenciadores automáticos de ADN junto con todo el conjunto informático capaz de procesar gran cantidad de datos. La información obtenida de esa forma es digital.
En los laboratorios donde se realizan investigaciones y descubrimientos biotecnológicos los materiales genéticos se fusionan con bits y byte, por lo que las cosas del cuerpo también ingresaron en un proceso de digitalización universal.
Los secretos de la vida han pasado a manos de la tecnociencia, pero parece que la carne molesta en los mundos volátiles del software, la inteligencia artificial y las comunicaciones vía internet.
La materialidad del cuerpo se ha convertido en un obstáculo que debe ser superado para sumergirse libremente en el ciberespacio, pero el cuerpo humano no deja de resistirse a la digitalización, se niega a someterse por completo a las tecnologías de la virtualidad.
Se trata de superar los límites de la materia, trascender las restricciones inherentes al organismo humano en busca de una esencia  virtualmente eterna.
Esa actitud delata un cierto renacer de la antigua perspectiva gnóstica, el antiguo y el contemporáneo las ansias de superar las limitaciones del cuerpo material provocan cierta repugnancia  por lo orgánico en general (es limitado y perecedero, esta condenado a la obsolescencia).
Así surge el imperativo de upgrade tecnocientífico, una intimación al reciclaje y la actualización constante.
En ciertas realizaciones de los programas biotecnológico y teleinformático se percibe esa intención de superar la condición humana, las falencias del cuerpo orgánico. Se pretende trascender la humanidad.
Ahora cabe el interrogante ¿es posible existir sin cuerpo? La respuesta afirmativa parece ser una de las propuestas de la tecnociencia de cuño fáustico con su meta de digitalización total y su sueño de disolución de las materias en flujos de bits, en señales electrónicas capaz de nutrir tanto a las máquinas como a los organismos virtualizados.
Pero el cuerpo anátomo-fisiológicos, su materialidad se revela y parece estar enraizado en su estructura de carne y hueso.
 
EL ESPIRITU EN LA CARNE: LA PERSISTENCIA DE LO ORGANICO
Para Descartes el hombre estaba dividido en dos componentes distintos y separados: la mente y el cuerpo.
La corriente fáustica que guía la tecnociencia contemporánea presenta cierta adversión a la materia orgánica y las nuevas variantes de la metafísica tradicional no hacen más que reafirmar el viejo dualismo y  privilegiar su polo inmaterial (software-código) y desdeñan y castigan el polo material (hardware-organismo).
El cuerpo ya no se descarta por ser pecador sino por ser impuro en un nuevo sentido: imperfecto y perecedero , fatalmente limitado y por ser viscoso y orgánico ha quedado obsoleto, pero la misma tecnociencia se propone repararlo, recrearlo y trascenderlo.
Teóricos de la inteligencia artificial y la cibercultura parecen convencidos de que si fuera posible construir un cerebro artificial copiando un cerebro humano se lograría también copiar al sujeto cuyo cerebro se ha imitado. El cuerpo se convierte en objeto de resentimiento por no ser una invención técnica y sería digno de valor si fuera revisado y corregido por la técnica.
Muchos se han aventurado a superar ese dualismo. Hans Jonas sugiere que lo orgánico prefiguraría lo espiritual y el espíritu continuaría formando parte de lo orgánico. De ese modo la vida fatalmente ligada al organismo sería inevitablemente mortal,  la vida y el pensamiento solamente serían posibles en el mundo orgánico, es decir enraizados en un cuerpo vivo.
Pero la informática nació dualista e idealista. Uno de los textos fundadores de esa disciplina tecnocientífica  escrita por Alan Turing se encargó operar esa separación, entre el “cuerpo orgánico” y la “inteligencia” después de haber elegido a ésta última como la característica que define la típicamente humano cuya preservación sería necesaria y suficiente para salvar la “esencia” del sujeto.
Turing especulaba sobre la creación de un programa informático capaz de imitar el pensamiento humano y la capacidad de dialogar y hacia conjeturas respecto a que si los interlocutores fallaban al identificar el origen no humano del dispositivo entonces quedaría comprobado que las máquinas podían hablar.
Para Francisco Varela especialista en ciencias cognitivas “el cerebro no es una computadora” corriente que se opone al abordaje computacional.
Se defiende la necesidad de un vínculo entre la mente y el cuerpo humano y niegan toda posibilidad de un pensamiento anclado en software (es decir una mera serie de instrucciones digitales), alegan en cambio la importancia de la interacción con el medio ambiente, con los otros, la locomoción, la percepción y otras acciones y reacciones ejercidas por el entorno físico.
Todos estos procesos requieren  la encarnación del cuerpo en la mente. Para Varela lo orgánico sería un requisito básico y necesario para el pensamiento.
Asi se detallan otros pensamientos al respecto, tal es el caso de Jean-Francois Lyotard que concluye que la mente humana no se limita a razonar lógicamente en un sentido semejante al procesamiento de digital de datos propio de los dispositivos informáticos sino que el pensamiento poseería una potencia analogizante relacionada con las condiciones materiales de la existencia humana incluido el sexo y el sufrimiento. Para el sería imposible pensar sin cuerpo porque el sufrimiento es una experiencia vinculada al cuerpo humano.
Al igual que estos autores, Descartes intentó explicar la integración entre el yo espiritual y y el cuerpo mecánico aunque llegó a la conclusión de que la mente podía sobrevivir si el cuerpo fuese destruido.
Admitió que el hombre no se puede reducir a una mente inmaterial acoplada a un cuerpo mecánico, en ser dual y claramente escindido, sino que se trata de una criatura incorporada.
Ciertas ambiciones de la inteligencia artificial suenan ingenuas porque suelen apuntar a la fracción de las actividades mentales que pueden ser cuantificadas (cálculo, abstracciones, razonamiento, razonamiento lógico) es decir  aquellos aspectos en los cuales las computadoras hace mucho que superaron a los humanos.
La tecnociencia en cambio solo ha registrado fracasos en tratar de imitar los sentimientos, las emociones, las sensaciones y las pasiones.
 
 

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